La escritora cubana Wendy Guerra

Escritora cubana

En 1970, el año en el que nació Wendy Guerra, su familia se trasladó desde un pequeño pueblo hasta la ciudad de Cienfuegos, en la costa del sur de Cuba. “Era un lugar para la natación y el pensamiento” recuerda. Un punto de partida lógico para alguien que siempre ha nadado a contracorriente.

Empezó a escribir poesía casi tan pronto como a nadar. La primera colección de esta escritora cubana, Platea a oscuras le hizo ganar el premio dela Universidad de La Habana cuando ellas solo tenía 17 años. Realizó un grado de cine en el Instituto Superior de Arte de la Habana, pero se las arregló  para evitar cualquier tipo de carrera en los medios de difusión. Decidió seguir escribiendo.

En concreto, la escritora tuvo un diario. Mantuvo muchos diarios apilados alrededor de ella en su apartamento en el barrio de Miramar de la Habana, que comparte hoy con su marido, el pianista Héctor López Nussa. Es un buen pasatiempo el de escribir diarios pero no va a llevar a la fama literaria ¿verdad? Pues nos equivocamos. Los diarios fueron la base de la íntima primera novela de esta escritora cubana, Todos se Van, que se publicó en al año 20016 y se ha convertido en todo un bestseller internacional. Siguiendo a su  joven protagonista a través de la infancia y la adolescencia, Todos se Van es desgarrador e hilarante y logra un resultado fresco aun narrando las dificultades dolorosamente evidentes de la Cuba moderna. Muchos de los libros cubanos actuales tratan temas parecidos.

“Me gusta el diario como una forma narrativa” dice la autora cubana. “la historia se revela como una cinta que se convierte en una escritura narrativa por sí misma”. Conforme más busca en sus profundidades interiores, más lucha con sus demonios, más ha captado la atención del público en Cuba y en el mundo en general. “Una de las cosas de las que estoy más orgullosa es de haber publicado mi trabajo” dice. “Mi madre (la poeta cubana Albis Torres) fue una gran escritora, mucho mejor de lo que soy yo y nunca le publicaron. Nunca fue capaz de separarse de su trabajo el tiempo suficiente como para enseñárselo a todo el mundo.  Y la única vez que lo hizo la rechazaron.

Su madre, también escritora cubana fue la primera persona que sugirió a Wendy mantener un diario. Otra potente fuente de inspiración fue Anaïs Nin, la diarista legendaria a quien la cubana tiene cierto parecido físico. Nin ha sido objeto de estudio por parte de Wendy, tanto en la Habana (los padres de Nin nacieron aquí) y en París. Wendy planea publicar su trabajo en la forma de diario”apócrifo” en la voz de Nin que se llamará Posar desnuda en la Habana.

Cuando a esta escritora cubana le pides que te lleve a un lugar de la Habana que sea importante para ella, sugiere el Museo Nacional de Bellas Artes, en concreto el ala que alberga la colección del museo en la década de 1980 y 1990. “Mi mayor influencia proviene de las artes visuales”, dice. “Mis diarios no son solo para informar sobre mis tiempos, no no, el acto de llevar un diario es algo visual”. En esa parte del museo se encuentra la evolución estética. Ella considera que la estética vanguardista de su generación no se encuentra en la literatura o la filosofía sino en las partes plásticas. Los colores, el texto que acompaña a estas obras, el concepto, la forma, los chistes, la alegría, su naturaleza, es todo lo que estoy tratando de lograr modestamente a mi manera.

Se detiene ante una obra de su ex marido Humberto Castro, que llegó a la fama en la escena del arte cubano de 1980 y posteriormente se trasladó a París y ahora vive en Miami.

Él es uno de los que se fueron recuerda la escritora cubana.

 

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